Receta

No sé porque siempre pienso de los scones como algo de desayuno, será que no son taan dulces, que van perfecto con una taza de café o té, como un buen pan dulce, el postre del desayuno.

Estos son súper fáciles de hacer, como más me gusta. Mezcla los ingredientes secos y separa. Esa pizca de canela es una gran adición, como que redondea y suavizar el sabor intenso del chocolate.

Corta la mantequilla con un cortador de masa, o con cuchillos o tenedor o con los dedos, el chiste es integrar la mantequilla con lo seco, sólo hasta que se formen grumos. Puedes hacerlo con un procesador y es de volada. Otro truco es congelar la mantequilla y pasarla por el rallador como si fuera queso y sólo mezclarla con lo seco…

Queda así, una mezcla seca y grumos de mantequilla por esparcidos por ahí.

Mientras tanto mezcla los ingredientes húmedos y luego mezcla sólo lo mínimo indispensable lo seco con lo húmedo. Puede ser todo pegajoso, eso está bien, si está demasiado pegajoso y no puedes trabajarlo, una estancia corta en el refrigerador puede ayudar mucho.

Al final van las chispas, no tomé foto de eso, usa chispas o trozos del chocolate chocolate que más te guste. Para estos scones yo recomiendo amargo o semi amargo.

Con pedacitos de mantequilla sin mezclar, ese es la clave del éxito de un scone… mantequilla y harina sin mezclarse del todo bien…

Mientras tanto, haz el glaseado, aún calientitos, rocíalos con esta mezcla. Así la alcanzan a absorber sólo un poco y se empieza a cristalizar, como si fuera el glaseado de una dona. Si lo ven, es un glaseado super fluido.

¿Cómo resistirse a esto? ¿Para qué resistirse? Desayuna delicioso y tendrás un día de campeones, o por lo menos un día con algo delicioso en la panza acompañándote…